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domingo, 7 de septiembre de 2008

LA ELEGÍA 1/3

El 19 de julio del 2006, se fue para siempre alguien muy importante para mí.

Siempre había querido tener uno, y solía fantasear sobre como seria, recortando de algunas revistas caninas, perros y complementos perrunos, que nombre tendría, como lo habría de cuidar... Me imaginaba que seria algo así como en las películas, un perro inteligente, audaz, hermoso, heroico, activo, que le tirases una rama y te la fuera a recoger, que te salvara de los peligros y vivir aventuras... Fantasías de niño.

Mi madre no estaba a favor de tener perros en casa, ya que según ella, los perros solo hacen dos cosas: cagar y mear. Pero aprovechando que no hace mucho compramos una finca me las apañe para convencer de tener uno. Y así paso.

Me acuerdo del primer día: Estábamos en el sótano de la tienda del padre de una amiga mía, solíamos bajar ahí para jugar, era verano, y estaba con la expectación de que lo iba a tener, pero no me lo creía del todo. Y era ese día cuando llegaría. Desde la tienda salió una voz que me avisó que mi padre había llegado y todos, mis amigos y yo allí reunidos, salimos corriendo para ver al nuevo perro. Mi padre esa semana lo había llevado a vacunar y a hacer el papeleo del chucho.
Nos había dicho que era marrón y de caza. Y me acuerdo que meses antes de que todo esto ocurriera había soñado con un perro de caza, marrón, con orejas largas y mirada caída, sabia que ese sueño del perro iba a significar mucho, pero que esa raza sabia que no iba a ser.
Salimos todos corriendo de la tienda, buscando el coche de mi padre que estaba aparcado enfrente, pregunté a mi padre donde estaba: -En el coche, en el asiento de atrás, en la canasta. Con muchos nervios abrí la puerta, y vi una canasta de mimbre, de esas en plan jaula-maletín. E imaginándome por lo que me había contado mi padre, un perro bravo y fiero, con mucho miedo y nerviosismo abrí la puerta de contra chapado y allí estaba: Un perro mediano, marrón, con el hocico alargado, orejas caídas y mirada triste y cabizbaja, que nos miraba como si acabara de nacer. Estaba alucinado, ahí estaba mi perro, no lo podía creer.
Me acuerdo que mi amiga Elena, le fue a acariciar y yo le dije: ¡Cuidado a ver si te va a morder! Y rápidamente quitó la mano. Pero que iba a morder, si era más bueno... A mi otra amiga Lydia, la hija del dueño de la tienda, era la que tenia perro, y por lo tanto la "entendida en temas" así que le pregunte como sé hacia para que el perro aprendiera su nombre, me dijo que lo que tenia que hacer es repetírselo muchas veces.
Y me pasé todo el viaje hacia la finca, repitiéndole hasta la saciedad su nombre, mientras le acariciaba y no debaja de mirarle: Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo, Sambo... Ese era su nombre, y bien que se lo aprendió jaja. 60 Km oyendo una y otra vez como si fuera un mantra budista su nombre: Sambo.
Mi padre le quería poner Curro (Nombre genérico para cualquier animal independiendo de su sexo) y me acuerdo que mi hermana no le gustaba el nombre y estaba a favor de nombres tipo "Duque" "Toby" "Pluto" (Típicos nombres de perros) Pero nunca he sido de los de favoritismo a lo típico, así que quise que el nombre de mi perro fuera único y original así que, elegí el nombre de la raza de mi perro favorito (Samoyedo por aquel entonces y que en teoría tendría que ser esa su raza) y lo mezcle con el nombre de Rambo.
Y así surgió, me acuerdo que estuve varias tardes haciendo combinaciones y viendo algún nombre bonito, y ese me gusto. Acabo de averiguar que el significado del nombre es una sigla en ruso y significa: "defensa propia sin arma", y que no es otra cosa que un deporte, y que el mío no era el único perro llamado así. Me emociona encontrar estas cosas. Me sorprendí de lo pequeño que era. Era una cosita marrón, de patas traseras huesudas, pelo sucio, ojos chicos, boca grande y xilófono en los costados. Tenia el pecho blanco y algunas uñas también. Según las fuentes, era cruce de tequel y conejero. Pero no tenia raza alguna, era un chucho, y la verdad que recordaba mucho al perro de "Los Simpson: El pequeño ayudante de Santa Claus" era igualito salvo por la pechera blanca. No media mas de 50 centímetros.

Pasamos todo el verano juntos... ...Fue un verano divertido. Estaba súper ilusionado por tener por fin un perro, y por otra parte súper desilusionado, pues no era lo que esperaba, tener un perro no es como lo pintan, o al menos este. Creo que fue al día siguiente de traerlo, cuando estaba yo viendo la televisión y desayunando desde la cama (mi cama era también el sofá de la casa) y me vino a dar los buenos días, de pie, apoyo su cabeza en el borde de la cama y me miró como diciendo-¿Ey que tal?. Yo seguí viendo la televisión y desayunando. Me levanté a recoger los cacharros del desayuno y cuando volví a la cama me encontré con que se había quedado dormido de pie, en esa extraña postura. También me acuerdo, que antes de tenerle a él, teníamos un gato (bueno no era mío, era de una vecina amiga mía, pero vivía mas en nuestra casa). Se llamaba Mini, era blanco y canela, con los ojos naranjas, súper bonito también. Y teniendo miedo por el tipicazo del perro y el gato, me lleve la sorpresa de que se hicieron buenos amigos.
No sé si fue ese verano o de los siguientes, cuando en el cojín donde dormía, que teníamos sacado fuera en el porche (creo que por una extraña manía de que el perro se quedase fuera vigilando o algo así) al salir de la casa, en la hora de comer o en la media tarde, nos encontramos con que estaban los dos durmiendo de la forma que los americanos llaman: "spooning". El gato delante, y el perro con la pata encima de lo que vendría a ser el hombro del gato. Enternecedor la verdad. Lastima no a ver tenido la cámara a mano. Lo malo llego cuando le llego la pubertad a mi Sambo, paso de ser toda una ternura a ser todo un salido, y acabó echando al gato de nuestra casa por acoso sexual, jaja. Que recuerdos también de Mini, le tengo que dedicar una entrada también a él.

Durante ese verano, fue el centro de atención. En las fotos de esa época sale con una mirada enérgica, viva y juguetona, luego ya se hizo adulto y paso a ser un pasota. Como no teníamos correa para él, ya que iba a vivir en la finca por que iba a ser nuestro perro guardián, le teníamos por correa una cadena de 3 metros, que era todo desafió dominar, y el perrillo podía con ella.

Me acuerdo que me daba mucha pena dejarle allí solo toda la semana, sobre todo por que como después del verano vinieron las épocas de lluvias, pues claro el pobrecito... Todo el mundo que tiene un perro o un gato siempre suele decir la misma frase de "Es el único que viene a recibirte cuando entras en casa" y me acuerdo de como se ponía, que parecía que le iba a dar un infarto, cuando a los 5 días volvíamos a la parcela. Pegaba unos saltos que se le podía ver por encima de la puerta de entrada (mide como 150 cm la puerta y el perrillo media 50 cm). Mi padre decía que ni hablar, que el perro se quedaba ahí en la parcela y mi madre pues igual (recordemos que la definición de perro para mi madre era: cosa que caga y mea). Hasta que un día que volvimos y vimos que lo que había era malo. Mi padre siempre había querido tener una pequeña granja (gallinas, conejos, perdices... animales pequeños)y bueno mi padre compro 3 o 5 gallinas blancas, y para que pudieran comer durante toda la semana las dejo sueltas por la parcela. Así que ese día que regresamos a la parcela, al abrir las puertas nos encontramos a parte del saludo del Sambi, como tirados en el suelo una bola de plumas blancas, una aquí, otra allí, otra a un lado... Mi padre se acerco a verlo, y vio que eran las gallinas nuevas, y que estaban muertas por herida de mordedura, pero lo que mas le cabreo a mi padre fue no que las matara en si, si no que las matara y punto, y no para comérsela.
Le callo una manta de palos al perro... Poco después me enteré de que mi padre había visto a otro perrillo blanco, muy pequeñito, entrando a la parcela y comiéndose la comida de mi perro, lo cual explicaría la muerte de las gallinas (puesto que mi perro no tenia esa faceta criminal) y el hambre que tenia siempre que volvíamos. Así que mi padre junto a un vecino le preparó una encerrona a ese perro, (que luego resulto que era perra) y le dieron un buen escarmiento a base de jarabe de palo, que la verdad yo creo que se pasaron. Y el perro no volvimos a saber de él.

A partir de entonces decidimos llevar al perro a casa, yo estaba súper contento. El pobre perro nunca llevo bien lo de viajar en coche, y me acuerdo que los primeros meses siempre vomitaba. Los siguientes meses a esos solo vomitaba cuando llegábamos a la urbanización, al dejar la carretera y entrar en el camino de tierra, era entonces cuando Sambo empezaba a ladrar agudamente y después de unos cuantos guaus, venia el boafth. Lo primero que hizo la primera vez que piso nuestra casa fue dar una pequeña vuelta por el salón, para después mearse en la esquina que daba al pasillo, como si se tratara de una cosa cualquiera. Me quede como: Que justo.

El resto de los años que vinieron fueron monótonos, el pobre Sambo se pasaba el día en casa en cerrado, y la verdad que eso me daba pena. Me hubiera gustado podérmelo llevar con los amigos por ahí, pero no sé sabia comportar, era un caso jeje. Cuando volvía del colegio, era entonces la época de los pokémon, y empezaba a jugar con él en plan pelea, hasta que él dejaba de jugar en plan: Vale, no tiene gracia, me has hecho daño... Aunque bueno, el también me dejaba finos los brazos y la camisa hecha una alfombra.
Una de las ilusiones de tener perro, era la de dormir junto a el, nunca pude hacerlo, pero aprovechaba las siestas de invierno, cuando hace frío, y me arropaba con la manta en el sofá, para dormir junto a el calentito. Como el perro soltaba mucho pelo, mi madre no quería que se subiese a los sofás, y hubo un tiempo en que no le dejábamos, pero él con métodos ninja, lo lograba burlar. Era acostarse solo, arroparse con la manta, y sin que te dieras cuenta, al levantarte te encontrabas con que una bola peluda marrón se había acoplado a ti.

(Seguiré subiendo recuerdos...)

Hoy 14 de Septiembre, se cumple la reencarnación de mi perro, según el bardo budista. ¿En que te habrás convertido? ¿Me cruzaré alguna vez contigo? ¿Que serás? Por favor perdóname.

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